viernes, 4 de enero de 2013

Parasha Shemót



PARASHÁT “SHEMÓT”
La Protección de la Torá
Todos los libros sagrados nos hablan de la gran importancia del estudio de la Torá; de la diferencia, en el olam habá/mundo venidero, entre el hombre que estudió Torá o que apoyó su estudio y el que no.
En esta parashát podemos apreciar la gran importancia de la Torá en este mundo, y cómo nos ha protegido a lo largo de toda la historia
Escuché, en cierta ocasión, una charla del Rav Levín que ofreció en la ciudad de Miami. Decía lo siguiente: En el mundo no existe, ni existió ni existirá nada que no esté relacionado con la Torá. La Torá representa los planos del mundo, como está escrito: “HaShem se fijó en la Torá para crear el mundo”
HaShem nos dio mitzvót, y cada mitzvá tiene relación con lo que pasa en el mundo. Cuando alguien cumple determinada mitzvá,  protege al mundo; y cuando comete un pecado, provoca todo lo contrario. El mundo es milagroso, se mantiene suspendido en el universo, con el Sol, la Luna y los Astros; la distancia del Sol a la Tierra es de 15 millones de km, aproximadamente, y dicen que si el sol estuviera un poco más cerca de nosotros, todo se quemaría, y si estuviera un poco más lejos, todo se congelaría. Si dos tercios del mundo lo ocupa el mar, ¿Por  qué no inunda los continentes? Viene con fuerza, y se frena, ¿por qué? Dice un versículo que HaShem le fijó un límite al mar.
El mundo tiene un límite. Por ejemplo, en África habitan muchos animales salvajes, mas no invaden las ciudades: ¿Por qué? Todo es un milagro, y el más grande de todos es la Torá.
Con una mitzvá protegemos al mundo, y con un pecado lo dañamos. La gente dice que hace lo que quiere, pero no es así, porque todos tenemos un papel y una responsabilidad en el mundo. Es como si alguien que viaja en un barco decidiera: Haré un agujero en mi camarote, porque yo puedo hacer lo que yo desee. Obviamente, todo el barco se hundirá. Nosotros nos encontramos en la misma situación. Si hacemos algo que va en contra de la Torá, estaremos “hundiendo” a todos.
Mientras Yaakov y sus vivieron, los judíos pudieron vivir tranquilos. ¿Cuándo empezó el problema? Después que ellos fallecieron-dice la Torá en nuestra parashát-“Se levantó un faraón nuevo”, algunos comentaristas opinan que fue nuevo de verdad, y otros, que era el mismo, pero fingió olvidar lo que Yaakov y Yoséf habían hecho por Egipto durante tantos años.
El Rav Levín escuchó en nombre del Jazón Ish (uno de los más grandes rabinos de la generación anterior) que el genocidio nazi no comenzó mientras vivieron los tres grandes rabinos de Europa: el Rav Bauj Berg, el Rav Shimon Shkop y el Rav Jaim Ozer. Ellos protegían al pueblo judío, de modo que no podía comenzar en genocidio sistemático, igual que en los tiempos de Yoséf y sus hermanos en Egipto, antes de la esclavitud.
Hace más de 60 años que el Estado de Israel fue creado y seguimos enfrentado todo tipo de peligros. Siempre se anuncia que ya se han hecho todos los arreglos, pero, tras un corto periodo, comienzan de nuevo los ataques y las guerras con Irán, Irak, Siria, los palestinos, Egipto, Hamás, el Hezbolá... es algo que no tiene fin.
¡Cómo se puede explicar el hecho que sigamos existiendo, a pesar de todos los cientos de millones de árabes que nos rodean, y que declaran con descaro que su único deseo es hacernos desaparecer del mapa?
En Israel hay una ciudad llamada Bnei Brak. Ahí nunca cayó un misil durante la guerra del Golfo. Si bien cayó uno cerca, cuando los cuerpos de seguridad se presentaron para evaluar los daños, en lugar de declarar que aterrizó en esta ciudad, constataron que el punto de impacto había sido en las afueras de ella.
¿Por qué Bnei Brak nunca fue víctima de los misiles? ¿a qué se debe esa protección? Bnei Brak es una ciudad cuya vida gira en torno a la Torá. Ahí se encuentra gran parte de los rabinos más grandes del mundo, es un lugar lleno de “Ieshivót y Kólelim” (lugares para el estudio de la Tora), donde el sonido de la Torá vibra noche y día. Está escrito: “La Torá protege”.
Dicen que en Suiza no entraron los nazis, por que ahí no tenían nada que buscar. Pero, ese también es un país muy antisemita. ¿A qué se debió esa protección? Cuentan que ahí vivía un tzadík (Justo) oculto que protegía el lugar.
La base del mundo e s la Torá, y la Torá protege.
Tanto la inquisición y el genocidio nazi comenzaron cuando los judíos se quisieron asemejar a los goim y abandonaron la protección de la Torá.
Todo judío tiene un papel muy importante en el mundo, y puede salvarlo con cada mitzvá y con cada instante de estudio de la Torá.
Todos somos responsables de los demás, todos los judíos somos garantes los unos de los otros.
Cada uno de nosotros ejerce un poder increíble sobre el mundo con sus mitzvót, su tefiláh y su estudio de Torá.
Cuando Abraham Avinu rezó para que HaShem salvara a la ciudad de Sedom, HaShem estuvo de acuerdo en que si había diez Tzadikim (“justos”) en ella, entonces él perdonaría a toda la ciudad.  Ahí podemos apreciar la fuerza que poseen diez Tzadikim.     
Todos creían que las Torres gemelas eran muy seguras; pero vino Bin Laden, y en pocos instantes las derrumbó hasta los cimientos. O los fenómenos naturales: llega un huracán y arrasa con todo. No existe ningún lugar cien por ciento seguro, ni siquiera en esta etapa de la historia y de los avances tecnológicos: todo está expuesto, y todo puede cambiar en cuestión de segundos.
Antes fue Irak, ahora Irán, mañana será otra nación. Nada se puede garantizar. La única seguridad la hallamos n la Torá, como pasa en Bnei Brak, ahí no hay atentados, no hay misiles, etc., ¿Por qué? La gente no se da cuenta de que hay algo especial. ¿Por qué “la gente no cambia”?
El mundo tiene un Dueño Único: HaShem
HaShem nos muestra que en el lugar donde hay Torá habrá seguridad. Porque Él dice: Si van a obedecer mis decretos, todo estará bien.
A la tribu de Leví no la esclavizaron en Egipto. Dicen que cuando el faraón le ofreció cargos a los Yehudi, los leviim decidieron vivir en la tierra de Goshen, aislado del resto. Por lo tanto, no recibieron cargos y, al final, ellos fueron los únicos que se quedaron estudiando Torá y no fueron esclavizados, a diferencia del resto del pueblo.
Mientras cumplamos con lo que HaShem nos pide, no tendremos nada que temer. Y alguien sintiera miedo, e hiciera algo contrario a Su voluntad, entonces las cosas no saldrán bien.
Somos el pueblo elegido de HaShem, y Él nos quiere como ningún otro, tal como lo declara en la Torá una y otra vez.
Nos entregó el poder del manejo del mundo en nuestras manos, como explica Rashi al principio de la Torá: El mundo fue creado para Israel y para la Tora, y todo depende de nosotros.
                       Shabat Shalom.
Recopilado de: Más dulce que la miel
                           Abraham Leib Berenstein            

0 comentarios:

Publicar un comentario