jueves, 10 de enero de 2013

ACTITUD



Una antigua narración popular del Cercano Oriente cuenta que un joven llegó al pie de una fuente contigua a un pueblo y acercándose a un anciano que allí estaba le preguntó:

 -Dime, anciano, ¿Qué clase de personas viven en este lugar?
- ¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes? – preguntó a su vez el anciano.
- Oh, allá... Sólo vive un grupo de egoístas y malvados – replicó el joven - , estoy encantado de haberme ido.
A lo cual el anciano contestó: - Lo mismo vas a encontrar aquí.
Continúa el relato contando que ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano, le preguntó:
-         Dime, padre, ¿qué clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió como lo hiciera antes:
-Y ¿qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?
-Un magnífico grupo de personas, honestas, justas, hospitalaria, me duele mucho haberlas dejado.
-Lo mismo encontrarás aquí – respondió el anciano.
Un niño que había oído ambas conversaciones preguntó entonces al viejo.
-¿Cómo es posible, abuelo, dar dos respuestas diferentes a la misma pregunta?  A lo cual el hombre respondió:
Cada quien lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo, no podrá encontrar otra cosa aquí.
Aquel que allá veía lo que le era afín y lo que le era diferente, lo verá aquí, y si supo juzgarlo por lo que hubiere de bueno en ello, y no por lo que hubiere de igual o de diverso, sabrá juzgar aquí, y vivir con nosotros este tramo de su vida. Porque aquel que encontró amigos Allá, podrá encontrar amigos también aquí.

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