viernes, 3 de mayo de 2013

PARASHÁT BEJUKOTAI



PARASHÁ BEJUKOTAI
La Recompensa Es Conforme Al Esfuerzo

Comienza la parashát con estas palabras: “Si anduviereis en mis decretos y preservareis Mis mandamientos y los llevareis a cabo, Yo proveeré vuestras lluvias en su tiempo, la tierra dará su producto y el árbol del campo rendirá su fruto” (Vayikrá 26:3)
El sabio francés Rashí explica el pasúk “Si anduviereis en Mis decretos” refiriéndose a la persona que se esfuerza en el estudio de la Torá. Y la Guemará, en el tratado brajót (bendiciones 28b), nos enseña lo que se debe decir cuando terminamos de estudiar Torá, o cuando salimos del Beit Midrásh (casa de estudios): “Nosotros nos esforzamos y ellos se esfuerzan. Nosotros nos esforzamos y recibimos recompensa; ellos se esfuerzan y no reciben recompensa”. Entonces, opina el Rav, tenemos que aclarar un poco estas palabras, ya que “nunca vi a un sastre que haga un traje y no se lo paguen, o una persona que se haya esforzado trabajando para alguien y no le hayan pagado”.
Se debe interpretar así: Por ejemplo, si alguien contrata a un sastre para que le haga un traje especial, y el sastre trabaja día y noche, haciendo un esfuerzo muy grande, pero no completa el traje en la fecha establecida, es obvio que el sastre no recibirá el pago, aunque se haya pasado toda la semana trabajando sin parar, pues si no terminó el traje que le encargaron, no podrá recibir un centavo. O bien, quizá lo haya terminado, pero si se lo robaron antes de entregarlo, o lo pierde o se quema, no importa cuánto se haya esforzado para confeccionarlo, si no lo entrega, no recibirá ninguna remuneración, porque el pago sólo se recibe por el resultado y no por el esfuerzo.
En el mundo en que vivimos, un mundo material, la persona es recompensada dependiendo de los resultados que produzca. Por ejemplo, un jugador de futbol podría entrenarse día y noche, llevando una dieta especial durante meses, e incluso años, para llegar en muy buena forma al mundial; sin embargo, si llega al final, con todo su equipo, y pierde, su sueño queda completamente arruinado, y los resultados no sirven de nada.
Lo mismo pasa con una persona que se esfuerza mucho en el trabajo, pero nada le resulta bien, lo más probable es que tenga que buscarse otra cosa.
Pero el caso del que se esmera en el estudio de Torá es diferente, pues se ordenó esforzarnos, así que, por más que no entendamos, recibiremos nuestra recompensa, aunque el trabajo no haya sido concluido.
Está escrito que la recompensa principal se encuentra reservada para el olam habá (mundo venidero), sin embargo, la Torá nos dice en muchas partes, como en esta parashát, que recibiremos lluvias, buena cosechas, etc., de modo que en este mundo también recibiremos recompensa.
Cuenta otro sabio (Rav Krohn), una historia del Rav Schwadoron, en la que había un chico que estaba jugando solo en la playa, entonces se le acercó un hombre, y le dijo: “¿Por qué estás jugando solo?, hay varios jóvenes jugando del otro lado de la playa, ve a jugar con ellos”.
“Estoy bien así”, le respondió el chico. “Estoy jugando acá porque estoy esperando a que pase un barco para saludar al capitán con mi bandera”.
El hombre le dijo: “Por estas aguas no pasan barcos pequeños, solo pasa un crucero muy grande, es mejor que vayas a jugar con los demás chicos”.
“No”, dijo el chico. “Precisamente hoy estoy esperando que pase ese crucero, para saludar al capitán con mi bandera, y entonces él responderá a mi saludo con su bandera”.
“Eso es ridículo”, afirmó el hombre. “El capitán de ese gran crucero es una persona muy importante, dudo que te pueda ver desde tan lejos. Y, “¿por qué va a mirar en esta dirección?”.
El chico le explicó: “No solo va a mirar en esta dirección, sino que además sé que él me va a responder el saludo”.
“Y, ¿cómo puedes estar tan seguro?, le preguntó el hombre.
El chico alzó la mirada para ver de frente al hombre, y le dijo: “Porque el capitán es mi papá”.
Cada uno de nosotros es un hijo elegido de HaShem, como nos lo afirma la Torá varias veces. HaShem es el capitán del mundo y Padre del pueblo de Israel.
Dice el Talmud tratado de Brajót (33b): “Todo viene del Cielo, menos el temor de HaShem”. También nos enseñan los sabios que tanto lo material como lo espiritual, todo viene de HaShem: “Y, si es así – preguntan - ¿dónde queda nuestro libre albedrío, si todo viene de HaShem?”.
La respuesta es muy sencilla, nuestro libre albedrío es la voluntad, el deseo, el hecho de pedir las cosas que queremos, el deseo de cambiar, el deseo de acercarnos a la verdad.
Una vez escuché un ejemplo del Jajam Betech sobre lo que nos pasa actualmente: ¿Qué hace una persona que va a cerrar un negocio? Pone toda la mercancía en liquidación. Lo mismo está haciendo HaShem ahora, en los últimos días antes de la llegada del Mashíaj, está poniendo todo en liquidación.
Hoy se puede conseguir información de la Torá, en cualquier idioma, en cualquier lugar del mundo, en el internet, en CD, en formato mp3, por teléfono, etc., así que, el día de mañana no podremos decir “no sabía, no entendía, no pude”, ni cualquier otra excusa de las que siempre buscamos.
A lo largo de toda la historia, el estudio de Torá ha sido algo muy difícil, y muchas veces el Yehudí entregó la vida con tal de poder estudiar Torá y cumplir las mitzvót. Hoy, por otro lado, la posibilidad de volver en “teshuváh” (arrepentimiento) es un  regalo y un mérito enorme que tenemos ante nosotros.
Está escrito en el Talmud Brajót (34b), y así lo escribe el Rámbam en las Leyes de Arrepentimiento (c.7;4), que el nivel donde se encuentra la persona que vuelve en teshuváh, no lo alcanza ni siquiera un “Tzadik” (hombre justo).
Se trata de la persona que siempre se dejó llevar por sus deseos materiales, pero acabó cambiando su vida, se impuso a su Ieshér hará (instinto del mal), y volvió en teshuváh, por eso su mérito es enorme.
El Rúaj HaKódesh (Espíritu Santo) nos redarguye al corazón y vamos a teshuváh, para evitarnos como está escrito: “Pero por la dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de HaShem”. (Romanos 2:5)
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gal 5:16-17)      
Escuché de un Rav que quizá en nuestros días ya no sea así, dado que volver en teshuváh ha dejado de ser una opción, pero, mientras que seguir por el camino correcto de la Torá y continuar creciendo son cosas que dependen de nuestro esfuerzo y decisión cotidianos.
Cuando uno ve y escucha lo que pasa en el mundo, lo que pasa en el país, donde vive, en su ciudad, se da cuenta de que es algo que nunca antes se había visto en la historia.
Sin embargo uno ve la vida que lleva una familia con Torá, ya sea en educación, en respeto, en valores, en tranquilidad, en cualidades, en la disposición de ayudar desinteresadamente al prójimo.... La persona tiene que estar muy ciega para no ver la diferencia tan grande que existe.
Como dijimos antes, HaShem, al igual que el capitán del barco, está mirando hacia cada uno de nosotros, esperando a que le hagamos alguna señal, con el estudio de Torá o el cumplimiento de las mitzvót. Si nosotros hacemos notar nuestra presencia de esta forma, HaShem nos llenará de bendiciones, con toda seguridad, de la misma forma en que un  padre responde cuando su hijo vuelve a casa después de tanto tiempo.
Shabat shalom  

       

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