jueves, 2 de mayo de 2013

PARASHÁT BEHAR



PARASHAT BEHAR
La parashát de Behar nos enseña, entre otras cosas, las leyes de la Shemitá (año sabático) y el Iovel (jubileo), en la que la Torá nos ordena dejar descansar la Tierra de Israel cada siete y cada cincuenta años.
Explica un comentarista de la Torá (Kli Lakar), que cuando la persona ve la bendición que recibió en su esfuerzo, es muy común que piense: “Con mis fuerzas y esmero logré todo lo que tengo”.
Un ejemplo lo podemos tomar del campo, cuando la persona lo trabaja, estudia todo lo necesario, conoce bien las temporadas para las diferentes siembras, y después de toda esa preparación y esfuerzo, logra ver el producto en abundancia, lo que sembró con lágrimas lo cosecha con alegría.
Una alegría tan grande muchas veces conduce a olvidarse de HaShem, en lugar de reconocer que la bendición provino de HaShem, la persona piensa, que todo lo que hizo fue por su propio mérito.
En general, en el mundo, la gente trabaja la tierra dos años y la deja descansar uno, para que recupere su fuerza y no se debilite. Sin embargo, la Torá os enseña que podemos trabajar la Tierra seis años y dejarla descansar u7no, ya que el que da la fuerza a la tierra para que produzca es HaShem, y la Torá nos dice que el sexto año la tierra producirá suficiente para el séptimo y el octavo, pues recién en el octavo se podrá volver a sembrar, y se deberá esperar nuevamente hasta que se pueda cosechar el producto.
Hoy, vemos aquí, en Israel, cómo hay gente que sigue cumpliendo esta mitzvá tan difícil, en la que hay que tener mucha fe. Pero, al final, vemos cómo HaShem le manda bendición a esa persona.
Dicen los sabios que HaShem alimenta al mundo entero, pero con diferencias. Hay algunos a los que les resulta fácil, a otros difícil, unos recibe mucho y otros poco; todo depende de muchos factores. La “Guemará” en el tratado de Beitzá (16ª) dice: “Toda la parnasá (el dinero que se ganará ese año) de la persona se decreta en Rosh Hashaná, salvo los gastos de Shabat y Iom Tov, y los gastos de los estudios de Torá de los hijos”.
Por más que uno se esfuerce, por más que uno trabaje los días que la Torá lo prohíbe, no ganará ni un bolívar más ni uno menos de lo que se le fue decretado, como dice la “Guemará” en el tratado “Ioma” (38b), que nadie puede despojar a la persona de lo que le corresponde. En general, la gente se enoja cuando tiene competencia, o cuando alguien le roba algo, aunque, lo cierto es que todo está siendo manejado desde arriba, en su totalidad, para que la persona reciba ni más ni menos de lo que le fue decretado.
Otro lugar en que HaShem nos enseña que toda la parnasá viene de HaShem es la parnasá de man (maná) que cayó durante los cuarenta años que los judíos viajaron por el desierto después de salir de Egipto. Todo los días caía justo lo necesario para ese día, y el viernes, doble porción, como está escrito, que en la época del profeta Irmiáhu, cuando reprendía al pueblo por no dedicarse más a la Torá, le respondían que si abandonaban sus trabajos para dedicarse a la Torá , entonces, ¿quién los iba a mantener? El profeta les sacó, en ese momento, el frasco con el man (maná), y les dijo: “Con esto se mantuvieron vuestros antepasados en el desierto, HaShem tiene muchos emisarios para enviar el sustento a quienes le temen”
El hombre fue creado para disfrutar de este mundo sin esfuerzo, pues todo lo tenía ya servido, no obstante, Adam Harishón, al haber pecado, recibió la maldición de tener que ganarse el pan con el sudor de su frente.
El Ramjal (célebre Rabino del siglo 18) explica que si la persona tiene mucha riqueza, puede deberse a que la están poniendo a prueba, para ver si la usa para ayudar o si se va a olvidar de HaShem. Y si uno es pobre, es una prueba para ver si actuará con agradecimiento por lo poco que tiene o si va a salir a robar.
Por eso los Sabios nos enseñan que el esfuerzo no tiene nada que ver con la parnasá, y que quien tenga plena fe y confianza en HaShem, y se dedique de lleno a la Torá y a hacer tefilá (oración), HaShem le proporcionará todo lo que necesita.
Es difícil saber en la actualidad hay gente con esa actitud, cada persona tiene otro nivel, la que tenga menos confianza en HaShem más esfuerzo tendrá que hacer, Sin embargo, es importante saber que todo los resultados materiales que tiene la persona se deben a que así  le fueron decretados en Rosh Hashaná y sellados en Yom Kipur.
Escuché del famoso Rav Jaim Kanievsky que cuando le preguntaron más de una vez qué hacer para mejorar la parnasá, el respondió: “Tefilá” (oren), no dijo ni practicar “segulót” (actos o ceremonias cuyo objetivo es provocar un beneficio o repeler un perjuicio que tememos), ni trabajar más, ni abrir más empresas, sino orar; pues hay veces en que la persona logra cambiar su “mazal-suerte (suerte) con su tefilá (rezo)
Para terminar, vale la pena mencionar, que está escrito que uno no puede poner a prueba a HaShem en nada, salvo con el diezmo. Uno le puede decir a HaShem “voy a dar el diezmo y quiero que me bendiga”, pues así está escrito, que al diezmar HaShem le manda a la persona muchas brajót (bendiciones).
Por lo tanto, vemos en la Torá que no por trabajar más y abandonar la Torá la persona va a ser más rica, sino que más le conviene dedicarse más a la Torá, a elevar su Tefilá y a separar el diezmo para recibir brajá (bendición)
Tenemos que recordar, que toda la parnasá que nos manda HaShem sólo es un medio para poder estudiar Torá y cumplir mitzvót. Es nuestra obligación tener Emunáh (fe) y Bitajon (confianza) en que HaShem es Quien manda todo en su momento y – como dijimos – HaShem tiene muchos mensajeros para mandar el sustento.

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