Un día, un joven maestro, se sentó en mi mesa a compartir el almuerzo.
-No sé por qué HaShem no se apiada de mi. Tengo que trabajar todo el día para poder tener un sueldo. En cambio, esa empresa que está en la esquina de la escuela, el dueño tiene tan solo unos ocho años más que yo, pero estoy seguro que posee varios millones, ¿Porqué no puedo tedner yo esa misma suerte?
-Permíteme contarle una leyenda, le dije
Una mujer soño que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado. Para su sorpresa, descrubió que HaShem se encontraba destrás del mostrador.
-¡Qué vendes aquí? - le preguntó.
-Semillas- Dijo HaShem
¿Qué tipo de semillas? - preguntó la mujer
-Todo lo que tu corazón desee - respondió HaShem
Casi sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, la mujer se decidió a pedir lo mejor lo que un ser humano podría desear:
-Deseo que haya paz, amor, felicidad, sabiduría y la ausencia de todo temor - dijo. Y luego, tras un instante de vacilación, añadió:
-No sólo para mí, sino para todo el mundo.
-HaShem snrió y dijo:
-Creo que no me has compredido. Aquí no vendemos frutos, únicamente vendemos semillas.
martes, 26 de febrero de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario