lunes, 15 de abril de 2013

La Grandeza de la Torá



La Grandeza de la Torá

Esta semana se leen dos parashiot Ajarai Mot y Kedoshim.

Ajarei, que empieza hablando, entre otras cosas, de la muerte de los hijos de Aharón Hacohen, y luego del servicio de Yom Kipur, de los diferentes sacrificios y tareas que se realizaban en el Templo, de la gran importancia de Yom Kipur, de la prohibición de comer la sangre de los animales, de las relaciones prohibidas, de no imitar las costumbres de los otros pueblos y acerca de la importancia de la tierra de Israel.

En la parashát de Kedoshim el Séfer Hajinuj (libro de la educación) calcula 51 mitzvót (mandamientos): 13 mitzvót de realización y 38 de abstención.

Algunas de ellas son: Temer al padre y a la madre; no ir en pos de la idolatría; no hacer ningún tipo de ídolo, tanto para uso propio como para el de otros; no robar nada del prójimo; no jurar en falso; no retener los bienes del prójimo; no retrasar el pago del trabajador; no hacer tropezar a la gente confundiéndola con diferentes consejos; no ser parciales en el juicio; que el juez no le dé más honor al rico; juzgar con rectitud; salvar al prójimo; se trate de su vida o de sus bienes; no odiar al prójimo; reprender al prójimo para que se comporte de acuerdo a la Torá; no avergonzar al prójimo; no vengarse ni guardar rencor; y entre todas ellas, encontramos dos especiales: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y “No andes con chismes y hablando mal de los demás”.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, el célebre Rabí Akiva nos enseña que esta es la base de toda la Torá. El sabio Hilel dijo: “Lo que no quieres que te hagan a ti, no se la haga a otro”.

Algunos sabios explican que para amar al prójimo, primero uno se debe amar a sí mismo, o sea, la persona debe refinar sus cualidades, como la humildad, el respeto, los modales, Etc., para que entonces pueda amar a los demás.

El Rambán (Najmánides) dice que es imposible amar a otros como uno se ama a sí mismo. La Torá no quiere eso, ya que la vida de uno tiene prioridad; lo que la Torá quiere es que sintamos el deseo de que los demás logren el mismo éxito y prosperidad que nos deseamos a nosotros mismos. Es un instinto de la persona de la persona decir que deseamos lo mejor para el otro, pero lo que realidad quisiéramos es que tengan menos éxito que nosotros.

La Torá nos dice que no debe ser así, el Yehudí debe refinar su actitud de tal manera que pueda desear que los demás lleguen a tener lo mismo que deseamos para nosotros.
Otro rabino explica que la mitzvá de amar al prójimo no se refiere a querer a la gente buena, ya que sería imposible no quererla, HaShem nos ordena amar incluso a la gente que nos cuesta trabajo.

El Alter de Slobodka (famoso rabino Europeo de los últimos tiempos) explica: Cuando la Torá dice: “Como a ti mismo”, en el mandamiento de amar al prójimo, se refiere a que del mismo modo en que tú te quieres instintivamente, sin buscar razones, así tienes que querer a tu prójimo: sin buscar razones.

Una de las formas de cumplir este precepto es que la empatía que manifestemos por el dolor de otros sea sincera y no fingida; siempre hay que tratar a los demás con respeto, procurar lo mejor para ellos, compartir su dolor, recibirlo con amabilidad, si llegan a hacer algo raro, hay que juzgarlos con indulgencia; se debe brindarles ayuda tanto física como espiritualmente, ayudarlos con un préstamo si lo necesitan, y nunca hay que considerarse mejor que nadie.

Otra mitzvá que nos ordena la Torá en esta parashát es la de no andar contando chismes, ni hablando mal del prójimo. 

La Torá nos die que HaShem nos santificó y que no debemos seguir los caminos de los otros pueblos.

Lamentablemente, hoy, los medios de comunicación han afectado gravemente la vida de los Yehudim, nos muestran que hablar mal del prójimo no tiene nada de malo, y no solo eso, sino que además es algo bueno, divertido, y no le hace mal a nadie. De esa forma, los medios han impuesto la moda de hablar mal de todos.

Lo único que se logra con esa conducta es destruir a personas, familias, matrimonios, amistades, y se provoca incluso que la gente pierda su puesto de trabajo, y, por consiguiente, el sustento del hogar, además de difamar el nombre de la persona, perjudicándola para toda su vida.

Se acostumbra que desde Pésaj hasta Lag Baómer (y hay quien opina hasta Shavuot) no se celebran casamientos, no se escucha música y no se corta el cabello, dado que en esta época – cuenta la Guemará – murieron doce mil parejas de alumnos de Rabí Akiva.

La Guemará nos dice que murieron porque no se daban honor mutuamente. El Maarshá, uno de los principales comentarista del Talmud, explica que muy posiblemente ello se debió a que hablaron lashón harrá (Maledicencia), y, por lo tanto, esa época es muy propicia para rectificar ese gran defecto, y se acostumbra estudiar el Tratado de Pirké Avot, que contiene las enseñanzas de Ética de nuestros padres.

El Lashón Harrá es un comentario negativo o dañino sobre otra persona, y el rejilut (chisme-calumnia) es un  término para describir algo negativo que alguien haya hablado o hecho en contra del que escucha: ambos son prohibidos.

Los sabios nos dicen que la destrucción del Segundo Templo Sagrado se debió al odio infundado, y que el Tercer templo no se va a construir mientras no corrijamos nuestro comportamiento cumplamos debidamente lo que nos ordena la Torá en esta parashát: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Aprendamos a valorar la sabiduría y la grandeza de la Torá, que desde hace más de tres mil años nos enseña la mejor forma de vivir, dándonos las herramientas para mejorar como personas y mejorar también nuestra relación con la familia y nuestro entorno, a fin de disfrutar lo mejor posible cada día.

                            Shabat Shalom 

15-04-2013
      

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