PARASHÁ BEJUKOTAI
La Recompensa Es
Conforme Al Esfuerzo
Comienza la
parashát con estas palabras: “Si anduviereis
en mis decretos y preservareis Mis mandamientos y los llevareis a cabo, Yo
proveeré vuestras lluvias en su tiempo, la tierra dará su producto y el árbol
del campo rendirá su fruto” (Vayikrá 26:3)
El sabio francés
Rashí explica el pasúk “Si anduviereis en
Mis decretos” refiriéndose a la persona que se esfuerza en el estudio de la
Torá. Y la Guemará, en el tratado
brajót (bendiciones 28b), nos enseña lo que se debe decir cuando terminamos de
estudiar Torá, o cuando salimos del Beit
Midrásh (casa de estudios): “Nosotros
nos esforzamos y ellos se esfuerzan. Nosotros nos esforzamos y recibimos recompensa;
ellos se esfuerzan y no reciben recompensa”. Entonces, opina el Rav,
tenemos que aclarar un poco estas palabras, ya que “nunca vi a un sastre que
haga un traje y no se lo paguen, o una persona que se haya esforzado trabajando
para alguien y no le hayan pagado”.
Se debe
interpretar así: Por ejemplo, si alguien contrata a un sastre para que le haga
un traje especial, y el sastre trabaja día y noche, haciendo un esfuerzo muy
grande, pero no completa el traje en la fecha establecida, es obvio que el
sastre no recibirá el pago, aunque se haya pasado toda la semana trabajando sin
parar, pues si no terminó el traje que le encargaron, no podrá recibir un
centavo. O bien, quizá lo haya terminado, pero si se lo robaron antes de
entregarlo, o lo pierde o se quema, no importa cuánto se haya esforzado para
confeccionarlo, si no lo entrega, no recibirá ninguna remuneración, porque el
pago sólo se recibe por el resultado y no por el esfuerzo.
En el mundo en
que vivimos, un mundo material, la persona es recompensada dependiendo de los
resultados que produzca. Por ejemplo, un jugador de futbol podría entrenarse
día y noche, llevando una dieta especial durante meses, e incluso años, para
llegar en muy buena forma al mundial; sin embargo, si llega al final, con todo
su equipo, y pierde, su sueño queda completamente arruinado, y los resultados
no sirven de nada.
Lo mismo pasa con
una persona que se esfuerza mucho en el trabajo, pero nada le resulta bien, lo
más probable es que tenga que buscarse otra cosa.
Pero el caso del
que se esmera en el estudio de Torá es diferente, pues se ordenó esforzarnos,
así que, por más que no entendamos, recibiremos nuestra recompensa, aunque el
trabajo no haya sido concluido.
Está escrito que
la recompensa principal se encuentra reservada para el olam habá (mundo venidero), sin embargo, la Torá nos dice en muchas
partes, como en esta parashát, que recibiremos lluvias, buena cosechas, etc.,
de modo que en este mundo también recibiremos recompensa.
Cuenta otro sabio
(Rav Krohn), una historia del Rav Schwadoron, en la que había un chico que
estaba jugando solo en la playa, entonces se le acercó un hombre, y le dijo: “¿Por
qué estás jugando solo?, hay varios jóvenes jugando del otro lado de la playa,
ve a jugar con ellos”.
“Estoy bien así”,
le respondió el chico. “Estoy jugando acá porque estoy esperando a que pase un
barco para saludar al capitán con mi bandera”.
El hombre le
dijo: “Por estas aguas no pasan barcos pequeños, solo pasa un crucero muy
grande, es mejor que vayas a jugar con los demás chicos”.
“No”, dijo el
chico. “Precisamente hoy estoy esperando que pase ese crucero, para saludar al
capitán con mi bandera, y entonces él responderá a mi saludo con su bandera”.
“Eso es ridículo”,
afirmó el hombre. “El capitán de ese gran crucero es una persona muy
importante, dudo que te pueda ver desde tan lejos. Y, “¿por qué va a mirar en
esta dirección?”.
El chico le
explicó: “No solo va a mirar en esta dirección, sino que además sé que él me va
a responder el saludo”.
“Y, ¿cómo puedes
estar tan seguro?, le preguntó el hombre.
El chico alzó la
mirada para ver de frente al hombre, y le dijo: “Porque el capitán es mi papá”.
Cada uno de
nosotros es un hijo elegido de HaShem, como nos lo afirma la Torá varias veces.
HaShem es el capitán del mundo y Padre del pueblo de Israel.
Dice el Talmud
tratado de Brajót (33b): “Todo viene
del Cielo, menos el temor de HaShem”. También nos enseñan los sabios que tanto
lo material como lo espiritual, todo viene de HaShem: “Y, si es así – preguntan
- ¿dónde queda nuestro libre albedrío, si todo viene de HaShem?”.
La respuesta es
muy sencilla, nuestro libre albedrío es la voluntad, el deseo, el hecho de
pedir las cosas que queremos, el deseo de cambiar, el deseo de acercarnos a la
verdad.
Una vez escuché
un ejemplo del Jajam Betech sobre lo que nos pasa actualmente: ¿Qué hace una
persona que va a cerrar un negocio? Pone toda la mercancía en liquidación. Lo
mismo está haciendo HaShem ahora, en los últimos días antes de la llegada del
Mashíaj, está poniendo todo en liquidación.
Hoy se puede
conseguir información de la Torá, en cualquier idioma, en cualquier lugar del
mundo, en el internet, en CD, en formato mp3, por teléfono, etc., así que, el
día de mañana no podremos decir “no sabía, no entendía, no pude”, ni cualquier
otra excusa de las que siempre buscamos.
A lo largo de
toda la historia, el estudio de Torá ha sido algo muy difícil, y muchas veces
el Yehudí entregó la vida con tal de poder estudiar Torá y cumplir las mitzvót.
Hoy, por otro lado, la posibilidad de volver en “teshuváh” (arrepentimiento) es un
regalo y un mérito enorme que tenemos ante nosotros.
Está escrito en
el Talmud Brajót (34b), y así lo escribe el Rámbam en las Leyes de
Arrepentimiento (c.7;4), que el nivel donde se encuentra la persona que vuelve
en teshuváh, no lo alcanza ni siquiera un “Tzadik”
(hombre justo).
Se trata de la
persona que siempre se dejó llevar por sus deseos materiales, pero acabó
cambiando su vida, se impuso a su Ieshér
hará (instinto del mal), y volvió en teshuváh, por eso su mérito es enorme.
El Rúaj HaKódesh
(Espíritu Santo) nos redarguye al corazón y vamos a teshuváh, para evitarnos
como está escrito: “Pero por la dureza y
por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira
y de la revelación del justo juicio de HaShem”. (Romanos 2:5)
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis” (Gal 5:16-17)
Escuché de un Rav
que quizá en nuestros días ya no sea así, dado que volver en teshuváh ha dejado
de ser una opción, pero, mientras que seguir por el camino correcto de la Torá
y continuar creciendo son cosas que dependen de nuestro esfuerzo y decisión
cotidianos.
Cuando uno ve y
escucha lo que pasa en el mundo, lo que pasa en el país, donde vive, en su
ciudad, se da cuenta de que es algo que nunca antes se había visto en la
historia.
Sin embargo uno
ve la vida que lleva una familia con Torá, ya sea en educación, en respeto, en
valores, en tranquilidad, en cualidades, en la disposición de ayudar
desinteresadamente al prójimo.... La persona tiene que estar muy ciega para no
ver la diferencia tan grande que existe.
Como dijimos
antes, HaShem, al igual que el capitán del barco, está mirando hacia cada uno
de nosotros, esperando a que le hagamos alguna señal, con el estudio de Torá o
el cumplimiento de las mitzvót. Si nosotros hacemos notar nuestra presencia de
esta forma, HaShem nos llenará de bendiciones, con toda seguridad, de la misma
forma en que un padre responde cuando su
hijo vuelve a casa después de tanto tiempo.
Shabat shalom