La Parashát de Vayerá, nos narra y nos estremece con la última prueba de Abraham Abinu. HaSem le encomienda tomar a su único hijo, al que tanto ha amado y llevarlo a la tierra de Moriá. Allí sacrificarlo como korbán olá (Todo para HaShem), en una de esas montañas que posteriormente le será dicho.
Continúa el pasuk diciendo: "Vayashkem Abraham Baboquer" (se levantó Abraham antes de alba. Bereshit 32-2) y esto nos enseña un secreto muy grande.
Abraham Abinu se fue a dormir esa noche. ¿Cómo pudo dormir, sabiendo que a la mañana siguiente terminaría con su hijo amado y por ende, con el pueblo de Israel?
Cuando nos preocupa algo insignificante muchas veces no dormimos, y si es algo muy importante seguro no podemos conciliar el sueño, mas sin embargo vemos en nuestro Patriarca Abraham, el grado de confianza inaudita que tenía en HaShem, que "sí se fue a dormir", sí logró conciliar el sueño.
Seguramente Abraham pensó:
Primero: si no duermo bien puedo errar en el korbán y hasta hacerlo mal, o sin alegría.
Segundo: si no me duermo, mi creador pude ver falta de confianza en mí. Me tengo que dormir y demostrar que confío en él, y que lo que HaShem hace "siempre es para Bien".
En mi humilde opinión, la prueba más dura no fue la Akedá misma, ya que no nos cabe duda que Abraham Abinu sí traería a Itzjak como korbán. La verdadera prueba, era la calidad con la que lo iba a hacerlo ("con Simjá-Alegría") y para ello, tenía que dormir esa noche (que no era menos prueba que la Akedá misma).
Esa noche que durmiendo iba a demostrarle a HaShem y a todas las generaciones por venir, que a pesar de la tremenda encomienda, nuestro Patriarca tenía absoluta confianza en HaShem. Y Abraham lo logró, se fue a dormir sin dudas, sin miedo, con alegría y fe ciega en nuestro creador. Por eso dice el pasuk: "Vayashkem Abraham Baboquer".
De todas las 10 pruebas, solo en esta dice la Torah: "Y ahora se que eres temeroso de HaShem" ("Ata Yadati ki yere Elokim Ata"- Bereshit 32-12).
Sobre este pasuk, dice el Midrash Tanjumá (Vayera 22) que nuestro patriarca Abraham se dijo así mismo: "¿Qué voy a hacer? si le digo lo que voy a hacer a Sara, las mujeres tienen pensamientos ligeros en cosas pequeñas, con más razón en cosas grandes. Si sabe, es capaz de matarse a si misma por tanto dolor". Entonces le dijo: "prepara comida y bebida para celebrar". "¿Qué pasa?" dijo Sara. "Mira querida, viejitos como tú y yo, que nos nació un hijo, vale la pena beber y alegrarse". Después le preguntó Abraham a Sara "¿Tu sabes que a los tres años yo reconocí a mi creador? Nuestro joven hijo aun no lo ha hecho. Lo voy a llevar a un lugar lejano, que los educan para que lo haga". Ella respondió: "Ve a la Paz".
Inmediatamente dice: Vayashkem Abraham baboquer. (Se levantó antes que la mañana).
El Rab de Bluyob, durante la segunda guerra mundial, al igual que muchos otros Yehudim, se encontraba prisionero en el campo de concentración de Birkenau. Sabían que a menos que pasara un milagro, les tocaba morir al día siguiente a toda la barraca.
De repente entró una mujer joven por la puerta y se dirigió al Rab. En sus brazos, envuelto en una sábana blanca, llevaba un bebé barón. En su mano, un cuchillo para el Brith Milá, y ella le dijo al Rab: "Por favor, hoy es el día del Brith Milá de mi hijo". El Rab quedó perplejo y le preguntó: "¿Sabes lo que pasará mañana?" Ella respondió "SI. Por eso mismo quiero que por lo menos mi hijo se vaya de este mundo como judío".
El Rab de Bluyob se salvó y formó un shul en Boro Park que hoy en día dirige su hijo, y el siempre decía sobre esta historia: "Ahora sabes HaShem, que tus hijos son temerosos de ti". ("Ata Yadati Ki yere Elokim Ata").
Cuando el Rab Israel Abujatzira (1889-1984), de bendita memoria, viajaba en barco de Marruecos a Israel, justo un viernes en la noche y antes de Kidush, el barco amenazó con irse a la deriva. Las olas crecieron y el capitán y la tripulación sacaron las lanchas para abandonar el barco. Pidieron a todos los pasajeros dirigirse a cubierta, para el desembarco y abandono de la nave. El shamásh del Rab fue por él, y cuál fue su sorpresa cuando él preguntó "¿Ya pusiste la mesa para hacer Kidush?"
Sabía que el Rab no se movería del lugar sin Kidush y puso la mesa y escuchó la bendición, pensando que podría ser la última que escucharía. Al terminar, el Rab le dijo: "Toma lo que sobró de la copa de Kidush y sal a cubierta, arrójala al mar y regresa pronto". ("Ata Yadati ki yere Elokim Ata").
Cuando el vino de la copa cayó al furioso mar, éste se calmó por completo y el peligro terminó.
Esto nos puede servir para saber por qué en el día de nuestro juicio (Rosh Hashaná), leemos esta parte de la parashát (Akedat Itzjak) y esperamos salir de nuestro día atestiguándole a HaShem: "Ahora sabes que somos un pueblo temeroso de ti".
Rav: Shimón Alkon
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